Hna. M. Agnes Roszkowska
Ella misma cuenta la historia del inicio de nuestra presencia en un nuevo país: ¡la República Checa!
Me presento, soy Hna. M. Agnes, nací en Polonia donde, a la edad de 18 años, entré en la Congregación de las Pías Discípulas del Divino Maestro. La historia que quiero contar comenzó unos años después de haber hecho los votos perpetuos. Era 1995 y estaba realizando el servicio de maestra de postulantes en Czestochowa. Durante unas vacaciones, sentí el deseo de ir a Roma… Ya había vivido en la ciudad eterna durante tres años, durante los cuales había estudiado teología, pero esta vez se trataba de un viaje breve, habría querido aprovechar la ocasión para transportar artículos para el Apostolado litúrgico. Cuando expresé a la superiora regional el deseo de unirme a las hermanas que iban a Italia, ella aceptó… y así comenzó una de las grandes aventuras de mi vida. En aquel tiempo no sabía todavía que el Señor Jesùs estaba preparando su proyecto providencial para mí…
Partí con las hermanas hacia Roma en coche, fue un viaje de unas 20 horas. En Austria tuvimos que parar por la noche y, una vez que llegamos a Italia, aprovechamos para detenernos en varios santuarios, sobre todo en Venecia y en Padua, donde sentí un profundo y fuerte deseo de rezar. Recuerdo que nos detuvimos la primera vez y me dije: “Necesito rezar”, continuando, dije de nuevo: “Tengo que rezar”. Y recé muy intensamente, tanto que las hermanas empezaron a decirme: “Te has vuelto muy piadosa” y yo misma sentía que algo extraordinario iba a suceder en mi vida. No es que no hubiera rezado nunca antes, pero esta vez se trataba realmente de una exhortación especial que no entendía todavía.
Cuando llegamos a nuestra Casa Generalicia, en Roma, la Superiora General Hna. M. Paola Mancini me llamó y me dijo que había llegado
una petición del Obispo de Brno, Mons. Vojtěch Cikrle, para fundar una comunidad internacional de las Pías Discípulas del Divino Maestro en Brno, República Checa. El Consejo General estaba buscando a tres hermanas de diferentes naciones para responder a la petición del obispo. Ya se habían encontrado dos hermanas dispuestas a partir: una de Italia (M. Michelina Genesio) y otra de Venezuela (M. Letizia Villarreal Rivas), y ahora se pensaba también en una hermana de Polonia.
Tan pronto como escuché esta propuesta, comprendí que esta era la voluntad de Dios, y también comprendí que había sentido un fuerte deseo de orar durante el viaje, también por este motivo, todavía desconocido para mí, pero muy claro en los planes del Señor.
No tenía dudas de que el Señor me estaba enviando a Brno y podría pronunciar mi “sí” inmediatamente, pero, me dejaron todavía un tiempo para rezar y reflexionar sobre la propuesta. Sin embargo, después de este tiempo de reflexión dije mi “sí” con gran entusiasmo y con la certeza de que esta era la voluntad del Señor, que no solo me había llamado, sino que también había preparado de antemano mi corazón para aceptar su llamada.
En el momento de nuestra llegada a la República Checa (era 1996), el país acababa de salir del régimen comunista. Después de la Segunda Guerra Mundial, de hecho, el comunismo había subyugado a los países eslavos bajo la influencia de la URSS dirigida por Rusia.
El comunismo, bajo los lemas de igualdad y fraternidad, ha extinguido la libertad de pensamiento y de palabra, sometiendo a todos a un único esquema de partido en el poder. Experimentando persecuciones más o menos brutales, la Iglesia católica actuó como defensora de la verdadera libertad de conciencia, de pensamiento y de palabra. El régimen comunista limitaba la posibilidad de viajar al extranjero y, con la revolución de 1989 en Europa central y oriental, los países eslavos se liberaron de la influencia del régimen comunista y de la Rusia soviética. Esta revolución pacífica, que comenzó en Polonia en 1990, también llegó a Checoslovaquia, que tres años después se dividió en la República Checa y la República Eslovaca. Así que estábamos empezando una presencia en un país cuyas estructuras apenas se estaban formando. Este fue el trasfondo de la fundación de la comunidad internacional de las Hermanas en Brno.
En este contexto, podemos comprender mejor el deseo del obispo de Brno de internacionalizar la comunidad religiosa que se habría
constituido en su diócesis.
En los años 90 comenzó en Brno, la fundación de una comunidad de tres naciones diferentes (Italia, Venezuela, Polonia) y, además, de varios continentes (Europa y América Latina). Esto ha permitido testimoniar el primado de la fraternidad y del Evangelio que une a todos en el nombre de Jesús.
Han pasado 27 años desde este evento y puedo decir que Dios nos llevó casi de la mano en los primeros días a Brno, en la República Checa.
Un lugar especial, hecho así también a través de nuestro testimonio, es el centro de apostolado litúrgico, donde las personas podían no solo comprar artículos litúrgicos, sino también encontrarse y hablar con hermanas provenientes de países tan lejanos. Recuerdo que una niña me preguntó si realmente era monja y me preguntó si podía tocarme y cuando dije que sí, estaba feliz. Hasta la fecha, nuestro pequeño centro litúrgico ha mantenido esa característica especial de ser un lugar de encuentro entre lo humano y lo espiritual, un espacio de mediación entre lo profano y lo sagrado.
A menudo las personas “se confiesan” con nosotros y nos piden consejos espirituales, admitiendo que no habrían tenido el valor o la posibilidad de hablar con un sacerdote… A través de este modo sencillo de abrirse al Espíritu Santo, realizamos nuestra misión de dar a Jesús Maestro a las personas que buscan el sentido de la vida, de la verdad y del amor. Nuestro centro litúrgico se encuentra en locales pertenecientes a la orden de los Capuchinos y nuestra colaboración con ellos se remonta a 1997, cuando pedimos al provincial, padre Pavel Uhřík, que nos alquilara este espacio.
Cuando supo que las mujeres y, además, las religiosas queríamos dirigir una tienda de artículos litúrgicos, repitió durante una hora entera: “já nechápu”, es decir, “no entiendo”. No podía entender cómo teníamos el valor de iniciar una actividad que él consideraba por encima de nuestras fuerzas. ¡No nos dimos por vencidas y él tuvo la oportunidad de ver que una mujer y, además, una hermana, podía hacerlo! Después de este encuentro que nos ha ayudado mucho, ninguno de nosotros ha tenido más problemas para pronunciar esa palabra difícil: “nechápu!”
Con el tiempo nos dividimos las responsabilidades: las otras dos hermanas se ocupaban del centro litúrgico y a mí me quedaba el tiempo
para el trabajo pastoral; el trabajo con los jóvenes, luego la catequesis en la escuela y luego la preparación de los adultos para los sacramentos. Fue así hasta 2005, cuando llegó la propuesta del funcionario del tribunal episcopal de Brno de asumir el cargo de notario en el tribunal episcopal de primera instancia. Esta petición fue aceptada por la Superiora General Hna. M. Regina Cesarato y su consejo como un signo de los tiempos y una nueva forma de apostolado sacerdotal. Después de dos años de actividad notarial, a petición del vicario judicial Mons. Karl Orlita, he emprendido el estudio del derecho canónico en el PUG de Roma. La propuesta en sí y mi preparación espiritual para aceptarla requerían una formación más detallada. Me limitaré a decir que, después de obtener la licencia en derecho canónico y después de un año de estudio en jurisprudencia, asumí el cargo de defensor del nudo matrimonial en el Tribunal Episcopal de Brno. Hice esta tarea hasta 2022, cuando la enfermedad me impidió continuar mi misión.
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Actualmente las Hermanas Discípulas del Divino Maestro de Brno gestionan un centro litúrgico y son activas en la pastoral, en particular en la conducción de la lectio divina para los jóvenes y en la guía espiritual del movimiento de oración de las madres.
Por todo estamos agradecidas al Señor, por habernos conducido a esta realidad que sin duda nos enriquece en nuestra misión como presencia de discípulas del Maestro en el Mundo…