Queridas Hermanas y Jóvenes en formación
Nos regocijamos exultantes porque:
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz;
sobre los que vivían en la oscuridad una luz brilló.
Has multiplicado la alegría, has aumentado la alegría (Is 9,1-2).
El nacimiento del Salvador es una Luz que irrumpe y disipa las tinieblas más oscuras, es la mejor noticia para la humanidad de hoy. Sólo Jesús, esplendor de la
Luz, puede establecer el gozo y la alegría sobre todos los pueblos de la tierra.
He aquí el deseo para todas nosotras, Queridísimas Hermanas, que el recuerdo de la venida de Jesús, belleza que renueva el rostro de la humanidad, nos ayude a adquirir una mirada nueva, capaz de ver lo invisible y de vislumbrar en las sombras del mundo, de nuestras comunidades y de nosotras mismas, la luz, la alegría y la paz.
La Iglesia esposa, peregrina en la historia, nos hace saborear hoy, con el evangelista Juan, el amor de Dios desde la creación: En el principio era el Verbo. y el Verbo
estaba con Dios y el Verbo era Dios (Jn 1,1). Es un anuncio solemne que evoca los inicios, lo nuevo, el presente de cada tiempo, y nos lleva al Génesis: En el principio
creó Dios el cielo y la tierra (Gen 1,1).
Iniciar significa la posibilidad de hacer florecer siempre la belleza de los inicios, estamos viviendo la memoria agradecida del Centenario de nuestra querida
Congregación y de la Navidad del Emmanuel – Dios con nosotros – que nos ofrece la posibilidad de recomenzar de nuevo. ¡Iniciar es la buena noticia para nosotras y para la humanidad de hoy!
Los inicios, no son vistosos, ni ruidosos, ni espectaculares: la grandeza de Dios se ofrece en la pequeñez (Papa Francisco, Navidad 2021), en lo oculto, en la insignificancia. Cuando un silencio profundo envolvía todas las cosas, y la noche estaba en la mitad de su veloz carrera, tu palabra todopoderosa desde el cielo… se
lanzó en medio de aquella tierra (Sab 18,14-15).
Este es el significado de la Navidad: silencio para admirar, silencio para agradecer, silencio para adorar y anunciar lo que hemos oído,lo que hemos visto con nuestros
ojos, lo que contemplamos (1Jn 1,1).
Celebrar la Navidad en esta hora de la historia, tan fragmentada por las guerras, la violencia, las ideologías sociales y religiosas y la agresión a la naturaleza, interpela
nuestro ser de Discípulas en el mundo. Por eso, invito y animo a todas, durante el tiempo litúrgico de Navidad y durante todo el año 2024, a ofrecer pequeños pasos y
acciones de ternura, cercanía y amor hacia quienes llaman a nuestras puertas o que encontramos a través de la misión que Dios nos ha encomendado.
Ayudémonos entre nosotras para ser artesanas y tejedoras del don de la paz, primero con nosotras mismas, y ofrecer así el aroma de la paz y el aceite que sana, como
estilo de vida. Reinventemos espacios humanizantes, que nos permitan rechazar la lógica de las contraposiciones, es la invitación a no perdernos detrás de la lógica de lo imposible, para acoger los caminos de la reconciliación y la comunión.
sr. M. Bernardita Meraz Sotelo, superiora general
y Hermanas
