Hna. M. Saveria Pistamiglio
“El Gran Paso” es el título de un trabajo sobre Hna. Saveria Pistamiglio escrito en el Curso Carisma por Hna. M. Ester Wosinska, de quien se ha sacado la siguiente historia.
El gran paso es la frecuente y elevada expresión que Hna. M. Saveria usaba en las cartas que escribía a su familia, cuando reflexionaba en lo profundo de su alma sobre el último pasaje de la vida, preparando a su madre y preparándose, ciertamente, también a sí misma. En 1935 fue enviada a Polonia, lejos de su propia tierra -Italia- hacia la cual sentía un fuerte vínculo natural, aunque sin conocer la difícil lengua, con gran valentía y gran confianza, ¡ella dio realmente un gran paso!
Corina Pistamiglio nació el 17 de enero de 1908 en S. Pietro, una pequeña aldea de Govone en la provincia de Cuneo, entra entre las Pías Discípulas del Divino Maestro en Alba a la edad de 20 años, el 17 de noviembre de 1928. Tres años después, emite la Primera Profesión, y el 1 de noviembre de 1937 (mientras era misionera en Polonia) los Votos Perpetuos.
Sobre la vida religiosa transcurrida por Hna. M. Saveria en Alba, hay un testimonio excepcional que fue dado por Madre M. Lucia Ricci: “Nos parece de volver a escucharla, con esa voz suya, decidida, que rezaba el Rosario o cantaba las alabanzas. Una voz que superaba discretas distancias y cuyo eco nos alcanzaba en varios locales de apostolado. Los intervalos entre una oración y la otra, transcurrieron en el más fiel silencio. Cuando nosotras, las Postulantes, éramos enviadas por turnos a los trabajos en el huerto encontrábamos en Hna. Saveria un ejemplo que arrastraba (…)”.
En 1934 Hna. M. Saveria fue enviada a París y, un año después, fue destinada con otra compañera, Hna. M. Agostina Misa, a iniciar una nueva fundación en Polonia. El 8 de agosto de 1935 llegó a Varsovia luego, en 1936, tras el traslado de los Paulinos, a Czêstochowa. Después de obtener el permiso de los obispos polacos, Hna. M. Saveria, que tenía 27 años, comenzó a fundar las casas primero en Warszawa, luego en Czêstochowa; y a organizar la vida religiosa y el apostolado con los paulinos. Cuando se presentaron las primeras postulantes, Hna. M. Jadwiga Wrońska, fue la primera en llegar a Italia para el noviciado antes del estallido de la guerra.
Hna. Saveria escribió así a la familia poco antes del estallido de la guerra: “En Varsovia solo hemos estado de paso, ahora vivimos permanentemente en Czestochowa, donde está el santuario más grande de Polonia y es casi como Lourdes en Francia. Es muy bonito ver cada día un grupo de peregrinos que cantan y rezan, vienen de todas partes de Polonia y también de otras naciones. Ahora estamos atravesando un período muy crítico. Estamos cerca de la frontera, esperamos que la Virgen de Czestochowa ayude a esta pobre nación. Aquí, de solo pensar en la guerra, la gente se estremece… este pueblo ha sido desgarrada durante muchos años. Rezaremos al Señor y ellos también se unirán a nuestras oraciones”.
El 1 de septiembre de 1939 Polonia se encontró en el fuego de la II Guerra Mundial; tiempos difíciles para la nación y la Iglesia polaca, también para los hijos e hijas de P. Alberione. Hna. Saveria permaneció sola con dos postulantes, en un país extranjero, sin posibilidad de contacto con su patria, y sin ningún confidente sino el padre Tarcisio Ravina, un sacerdote de la Sociedad San Pablo italiano que se había quedado con ella mientras Polonia estaba ocupada.
De la carta a la Madre Escolástica: “Quisiera decirles dos palabras sobre lo que reflexiono en mi interior. Me parece que lo que más me une al Señor es la voluntad y, mientras la mantengo despierta y me esfuerzo por conformarla a la inspiración, me encuentro en la luz y hago todo con facilidad. Apenas descuido estos actos me siento sin luz y sin fuerza. Siento que para corresponder debo a cada acción reunirme y unir la voluntad al Dios diciendo “¿qué hacer ahora?”. Quisiera también pedirles que, una vez más, repitan los trámites para que la hermana M. Edvige pudea venir. Se podría hacer mucho más. También sería de gran estímulo para las otras, una sola religiosa, anciana no da buena impresión y a veces se pierden incluso el valor… En Jesús Vía Verità e Vita, Hna. Saveria” (Czestochowa, 11 de febrero de 1942).
El dolor de esta persona muy sensible, que sufría de una profunda depresión (en aquella época no era conocida como una enfermedad), hizo que la situación de salud de Hna. Saveria fuera crítica. El padre Ravina hizo que fuera enviada a un hospital psiquiátrico en Tworki, cerca de Varsovia. Dijo que no quería dejarla en un hospital cerca de Czestochowa, porque temía que los alemanes liquidaran este hospital, como habían hecho con tantos otros y luego, en un hospital cerca de Varsovia, tendría más posibilidades de recibirla.
En el archivo de la provincia polaca pddm en Warszawa se conserva la historia clínica de Hna. M. Saveria, un valioso documento para los fines de esta investigación, donde hay una descripción de la enfermedad y la causa de la muerte: Hna. M. Saveria Pistamiglio pasó en el Establecimiento (Hospital) Psiquiátrico en Tworki, cerca de Warszawa desde el 14 de septiembre hasta su muerte el 25 de octubre de 1942. Debido a su enfermedad había llegado al hospital en estado de gran agotamiento físico y de entumecimiento psíquico; desde el momento de la entrada en el hospital fue alimentada de manera artificial, aceptando solo pequeñas porciones de comida. No quiso hablar con nadie más que una Hermana de la Caridad, que era enfermera. A partir del 30 de septiembre, con la autorización de P. Ravina, comenzó una cura con electrochoque. Después de las dos primeras aplicaciones comenzó a decir algunas palabras y se le pudo dar de comer con una cuchara. Se comunicaba con quien tenía alrededor a través de los movimientos de la cabeza. El 6 de octubre, después de recibir por la tarde una visita de P. Ravina, con quien había hablado tranquilamente, quiso hablar con la enfermera, luego comenzó a comer sola. El 20 de octubre comenzó a tener dificultades respiratorias, sufrió y se debilitó cada vez más, hasta que sus piernas se hincharon y su estado crítico empeoró llevándola a la muerte.
Hna. M. Saveria muere a la edad de 33 años. Fue enterrada en el cementerio del hospital, en Tworki. Después de su muerte, las personas que la conocieron en vida, dejaron hermosos testimonios sobre su santidad.
De manera más exhaustiva, su perfil biográfico, escrito por el Madre M. Lucia Ricci, expresa estas convicciones: “Nos encontramos ante una figura sencilla y excepcional. Verdadero tipo de piamontesas, en el sentido más concreto de la palabra, con las características positivas de la región que tanto amamos, porque en este lugar Dios quiso poner la cuna de nuestro instituto. Una figura que no se olvida, sobre todo por los ejemplos que nos ha dejado, nos ha impresionado no solo desde lo exterior, sino que su testimonio ha llegado al alma, ha estimulado nuestra voluntad y continúa haciéndolo. No se puede pensar en Hna. Saveria, sin sentirse impulsada a la oración, a la observancia, a la generosidad. Decir que amaba intensamente la Santísima Eucaristía, no es frase retórica, sino una realidad viva, vivificante, capaz de formar el secreto de su constante diligencia y entrega. ‘¡Bienaventurados los pasos….’ y benditos pasos! No solo no tenemos nada que lamentar, sino que debemos agradecer mucho a Dios, porque a través de la entrega generosa de Hna ¡Saveria, ha preparado nuevas y muchas gracias para las Pías Discípulas! Fue en aquel día, en un doble exilio, en una soledad de Calvario, que Hna. Saveria llevó a cabo la misión que había recibido de Dios para gloria de Él y en beneficio de muchas almas. En beneficio de la querida nación polaca. La tierra de la gloriosa y probada Polonia custodia los humildes y gloriosos restos de esta Hermana nuestra, pero su espíritu está muy cerca de nosotros. Ella, continúa rezando, trabajando, ‘cantando como se canta en el cielo’. Lo creemos y le pedimos que nos comunique su piedad, su amor por la Santísima Eucaristía, la Familia Paulina, la Congregación.”
En la posguerra, encontramos la tumba de Hna. Saveria Pistamiglio gracias a nuestros amigos, los Padres Camilos, capellanes del hospital. Las hermanas y los hermanos de Polonia tienen la costumbre de visitar su tumba, encomendándole todas las intenciones de la Familia Paulina. Después de tantos años, su sobrina, la Hermana M. Cecilia Cantamessa, se ha convertido en Discípula del Divino Maestro. ¡La saludamos con afecto!