Margherita De Luca – Hna. Maria Paolina
Con Hna. M. Paolina hacemos un vuelo a Brasil, donde Giuseppe De Luca y Filomena Pepe, habían emigrado de Baselice (BN). El 16 de mayo de 1902, en São Carlos, en el Estado de São Paolo, nació Margarita. Después de algunos años, la familia regresa a Italia y Margherita crece en los sugestivos lugares de belleza natural que rodean Baselice.
En aquel tiempo, la prensa paulina (sobre todo Unión Cooperadores de la Buena prensa y Vida pastoral) partiendo del Piamonte llega a las diversas partes de la península y de las islas, y se muestra eficaz para dar a conocer la naciente Familia Paulina e invitar a los jóvenes, chicos y chicas, a unirse.
También el párroco de Baselice, lee con interés el nuevo modo de anuncio del Evangelio y está impresionado por el hecho de que también a las mujeres se abre el campo en esta misión con la prensa. Habla de ello a las jóvenes que considera llamadas por el Señor a la vida consagrada y su mirada se dirige en particular a la joven Margarita De Luca. Se compromete a prepararla, colaborando con la acción de la gracia, adhiriéndose a una invitación que siente venir de lo Alto y de… Alba. Cuando papá Giuseppe, debido a las precarias condiciones económicas después de la Primera Guerra Mundial, regresa a Brasil, Margarita decide permanecer en Italia y el 18 de octubre de 1920 hace su ingesso a San Pablo in Alba.
Una de las “primeras ocho”
Después de Ursulina y Metilde, se deben elegir del grupo otras “jóvenes inclinadas a la piedad especialmente eucarística”, según las indicaciones de P. Alberione, Margarita está entre ellas.
Recuerda que: “La tarde del 9 de febrero de 1924 el Primer Maestro nos llamó: habríamos tenido que formar una comunidad, un grupo, con Úrsula Rivata como líder (luego Hna. Escolástica). Nos asignó la adoración continua del turno de dos horas, durante un mes, para probar nuestra resistencia. La experiencia fue tan buena que la adoración fue continuada con fidelidad durante todo el día hasta el 15 de agosto siguiente cuando, ya aumentado el número de las Hermanas, asumimos también la adoración nocturna”.
Y llegamos al 25 de marzo, cuando Margarita se convierte en Hna. Paulina de la Agonía de Jesús, para recordar a Pablo, el protector de entonces y de siempre, y con la denominación de la Agonía de Jesús, para ser memoria viva de la oración de Jesús en el abandono a la voluntad del Padre y de ese “lugar”.
¿Quieres sanarte?
Un evento testimoniado por Madre Escolástica: “Un día, en una de las habituales conferencias del Sr. Teólogo, donde naturalmente también estaba presente la Hna. Paolina De Luca, ella sufría un molesto dolor de estómago que le causaba comprensible malestar y varias consecuencias. El Sr. Teólogo, consciente de su situación física, se dirigió directamente a ella y llamándola, le dijo:
‘Hna. Paulina, ¿no eres capaz de arrojar tu dolor de estómago al Tanaro?’. Hna. Paulina sonrió, acogió estas palabras no solo con seriedad sino con el espíritu de fe necesario para cooperar en la acción de la gracia. Y se sintió realmente bien y desde aquel momento ya no tuvo tal molestia”.
Siempre muy alegres y en paz
Hna. M. Paulina recuerda que “el método de la visita era determinado por el Sr. Teólogo. Por un cierto período recitamos todos los días la coronilla a S. José con los brazos levantados, por particulares intenciones indicadas por el Fundador; otras coronillas con las manos cruzadas… Un día el Sr. Teólogo llamándonos dijo: ‘También ustedes, tendrán que hacer los ladrillos para la Iglesia S. Pablo’. Así, que se movilizó a la mayor cantidad posible de hermanas para trabajar en el horno… En algunos casos, cuando íbamos a Cherasca para lavar la ropa, o teníamos plazos urgentes para los ladrillos, consumíamos con buen apetito nuestras comidas en cualquier lugar, sentadas en la hierba o como sea posible. Me gusta recordar como en todo caso estábamos siempre muy alegres y en paz.”
Regreso a Brasil
Desde hacía más de 30 años no volvía a ver a su familia, pero sabiendo que en medio estaba el océano, vivía en el silencio y en la ofrenda su deseo de volver a abrazarla, sobre todo pensando en su madre, confiando en la bondad de Jesús Maestro, que prepararía el momento tan esperado. Durante un cierto período de la posguerra, para los religiosos se suspendieron los permisos para viajar al extranjero, pero dado que Hna. M. Paulina nació en Brasil, tenía derecho a volver allí. Providencialmente se está proyectando la fundación (o más bien el regreso) de las Pías Discípulas en Brasil, para las que se preparan los documentos y, el 1 de febrero de 1956, Hna. M. Paulina se embarca hacia San Pablo. En esta circunstancia, el Fundador le escribe en un mensaje:
“Buena Hermana Paulina, acompaño tu viaje con la oración. Harás mucho bien a las almas en proporción al amor que tendrás por Jesús-Hostia y por María nuestra Madre. ¡Pensamientos de cielo! ¡Fe! Bendigo. P. Alberione”.
En espera de la llegada de las Pías Discípulas, permanece en su familia y cuando en julio de 1956 llegan las misioneras, nace la comunidad en San Pablo. En Hna. M. Paulina vibra un alma misionera, abierta a las diversas situaciones de entonces y de siempre, de los tiempos y de los lugares. Ella ama mucho “su Brasil”.
Su vida florecida en Brasil llega a la madurez del fruto en esta tierra el 18 de noviembre de 1965. En la Jerusalén del cielo se une a otras dos de las “primeras ocho”: Hna. M. Antonietta Marello y Hna. M. Margherita Gerlotto, que en 1936 había sido la primera Pía Discípula en tocar el suelo de Brasil.
Alcune perle del tesoro interiore
Quiero esforzarme por agradar verdaderamente a mi querido Jesús, mi Esposo. Quiero vigilar mi carácter, tratando de unirme cada vez más íntimamente al Maestro Divino como su Discípula; aceptar las humillaciones, don de Dios, para estar muy cerca de Él en el Paraíso; aceptar con la sonrisa también las cosas que no la merecen y de corazón perdonar; no ofender a nadie con mi modo de actuar, sino tratar a todas con mucha paciencia, amabilidad y caridad. Vencer cualquier sentimiento de melancolía, y estar en paz, en la serenidad que se refleja también en el exterior.
¡Qué gran pena, qué dolorosa noticia! Ha muerto mi querida Mamá. ¡Sea hecha la santa voluntad de Dios! Ofrezco, sí, ofrezco mi gran sufrimiento. Jesús Maestro, como fue bella mi Mamá sobre el lecho de muerte. ¡Mamá, nos vemos en el Paraíso! Jesús, te suplico, libérala de las penas del Purgatorio.
Noviembre: por las Almas que se encuentran en el Purgatorio a causa de la prensa, cine, radio, TV.
Mi alma descansa en el santo Tabernáculo. Ofrezco mis oraciones por los sacerdotes, por los misioneros, los maestros, los que sufren. Rezar por el Santo Padre, por las Familias religiosas de todo el mundo; por la Iglesia, por las vocaciones, los gobernantes… Cada día, ofrecerme en la santa Misa, y vivirla durante la jornada, con espíritu de amor y de adoración.
Señor, ten piedad de mí. Cumpliré mi deber en espíritu de penitencia, de reparación de mis pecados. Reparar los pecados, especialmente los cometidos por la prensa y la radio. Quiero hacer en esta vida la penitencia de mis pecados… para que me haya abreviado el Purgatorio.
Aceptar las humillaciones que son don de Dios, y merecen estar muy cerca de Él en el Paraíso.
María Santísima, primera Pía Discípula, quiero cumplir mi deber diario bajo el ojo luminoso de Jesús Eucarístico y dándote la mano, mi Mamá Celestial.